LOS PLANES DE METAS Y LOS COMPROMISOS DE GOBIERNO COMO HERRAMIENTAS PARA FORTALECER LOS PROCESOS DE APERTURA GOBIERNOS LOCALES

Por Fundación Nuestra Mendoza

En los últimos 30 años los roles y funciones de los gobiernos locales han ido cambiando, han ido traspasando el modelo tradicional de “ABL” hacia modelos mucho más complejos, dotados de nuevas tensiones y demandas. Esta transición, en muchos casos, ha dejado al descubierto grandes debilidades de estos niveles de gobierno para enfrentar una realidad cada vez más compleja. En este marco, y buscando fortalecer a los gobiernos locales, muchos de ellos han implementado políticas de “modernización”, entendidas en sentido amplio como modificaciones en su diseño: estructuras, normativas internas, tecnologías de gestión, etcétera. Sin embargo los resultados logrados, siguen, en la mayoría de los casos, sin satisfacer las expectativas ciudadanas y sin mejorar los vínculos entre representados y representantes. Esto lleva a preguntarnos ¿De qué forma pueden lograrse gobiernos locales más efectivos, eficientes, equitativos, y sostenibles?, Los Planes de Metas y los Compromisos de Gobierno ¿Pueden implicar un aporte a estos objetivos?

Tanto los Planes de Metas como los compromisos de Gobierno implican poder marcar el rumbo de una gestión, identificando los principales desafíos de la mísma y definiendo resultados que se esperan alcanzar. Hasta acá, nada diferente a cualquier instrumento de planificación.

Sin embargo estos instrumentos cobran sentido cuando nos preguntamos ¿Cómo hacer esta planificación?…… y es acá dónde nos damos cuenta que no estamos sólo hablando de instrumentos técnicos de planificación si no, y principalmente, estamos frente a instrumentos eminentemente políticos. Instrumentos que implican abordajes participativos que permitan la construcción de acuerdos, respeto y valoración de la diversidad, y que surjan de poner en discusión diversos intereses, prioridades y miradas que están latentes en la sociedad.

Podemos decir que los Planes de Metas y los Compromisos de Gobierno, dada su naturaleza, exigen la generación de espacios de diálogo y acuerdos, tanto entre los diferentes actores y áreas estatales cómo, y principalmente, con la ciudadanía.

Para la elaboración de los mismos es imprescindible contar con espacios de diálogo y planificación colectiva, espacios que permitan lograr acuerdos y concebir al gobierno como una unidad y romper con la atomización que lleva a concebir el mismo como una simple suma de partes en el cuál cada una de ellas tiene sus propios objetivos, aislados del resto.

Así mismo, el Plan de Metas brinda también la posibilidad y la necesidad al gobierno de convocar a la ciudadanía a reflexionar, proponer, discutir sobre directrices generales de acción y definir de una manera más equitativa, y basado en un diagnóstico inclusivo, los desafíos, prioridades y metas a alcanzar por una gestión.

Los Planes de Metas y los Compromisos de Gobierno, además, permiten una gran flexibilidad dado que implican un proceso de monitoreo y evaluación permanente que permite la redefinición de los problemas y de los planes diseñados para su solución. Estos planes favorecen una mayor transparencia, ya que constituyen un nuevo modo de rendir cuentas de tipo mixto: vertical, en cuanto establecen un proceso interactivo entre el ejecutivo y la sociedad que facilita el monitoreo y la participación ciudadana; y horizontal, donde en mayor o menor medida participa el Honorable Concejo Deliberante en el control del cumplimiento de este nuevo mecanismo.

Al contar con diferentes etapas de evaluación, monitoreo y rendiciones de cuentas basadas en el diálogo entre funcionarios y ciudadanía; y considerando que los Planes de Metas y los Compromisos deben ser elaborados y reelaborados en forma colectiva, es que permiten una constante innovación de las acciones que se llevan adelante. Esta innovación está dada principalmente por las instancias de vinculación con la comunidad, que permiten renovar el conocimiento existente sobre las percepciones de la ciudadanía ante diferentes temáticas y ajustar las políticas, programas o proyectos en torno a las demandas, prioridades y propuestas de quiénes habitan esos territorios.

A partir de esto, podemos decir que el Plan de Metas, como instrumento de planificación, información pública y rendición de cuentas, permite lograr más integración en el sistema de planeamiento de la ciudad, incrementar los niveles de transparencia de la gestión y de acceso a la información pública, incluir a nuevos actores en todo el Ciclo de la Política Pública (Diagnóstico, Elaboración, Implementación y Evaluación) promoviendo una mayor equidad, fortaleciendo el tejido social y aumentando los niveles de eficiencia y efectividad de las políticas públicas.

Claramente lograr una mejor y mayor participación, colaboración, transparencia y rendición de cuentas no son cambios que se producirán por sí mismos ni por la sanción de una normativa, si no que los mismos están sujetos a múltiples esfuerzos deliberados, permanentes e innovadores que debe realizar el Gobierno Local para que esto ocurra y que la Sociedad Civil debe exigir, proponer y acompañar. Sin la decisión de que estos cambios se produzcan los Planes de Metas y Compromisos de Gobierno no serán más que otra herramienta de panificación y poco, o nada, podrán hacer para modificar las relaciones de poder vigentes y lograr sociedades más democráticas e inclusivas.

Desde Fundación Nuestra Mendoza venimos impulsando la implementación de estas herramientas y su correcta utilización en Gobiernos Municipales de la Provincia, trabajo que se ha visto fortalecido a nivel nacional por la articulación lograda en los últimos años con organizaciones de CABA (Asuntos del SUR y Democracia en Red), de Córdoba (Nuestra Córdoba) y de Rosario (Acción Colectiva) en el marco del Programa PARTICIPES, cofinanciado por UE y Coordinado por AVINA.

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